Me desperté aturdida, sentí que el cielo ya no estaba en el mismo lugar. Corrí hacia la ventana, me refregué los ojos, mientras que recordaba el sueño de la noche anterior.
La tranquilidad de Ramallo era idéntica a la de todas las mañanas. Eso me tranquilizaba un poco. Después me preparé un café -dicen que es malo fumar con el estómago vacío- al mismo tiempo que oía concentrada la golondrina que en el patio trasero ya se había despabilado horas antes. Me eché en la silla del comedor, rendida por el sueño, y mi pierna derecha se zarandeaba frenética contra mi voluntad. Observé el reloj, el maldito tiempo no me dejaba degustar el desayuno con calma, eran las diez y cuarto y estaba por perder el Bondi. Eso significaba llegar tarde al colegio y que me cataloguen como impuntual. Ninguna de las dos cosas me importaba un carajo en realidad. Preferí quedarme en casa a buscar el cielo, mi cielo, que se había perdido y lo necesitaba más que nunca.
4 comentarios:
Que bueno que hayas vuelto Agos !, Como era de esperarse muy bueno el texto, es cierto todo lo que decis y muchas veces voy en busca del cielo también! Un besote
Al fin actualizás Agos :) hace mucho que no pasaba por acá.. besitoss
Sin cielo, para qué seguir...un dia sin cielo, un dia sin alma y contemplacion..
Cariños
El cielo nunca se pierde, no se mueve, está ahí. Lo que pasa es que nos olvidamos a veces de mirar hacia arriba....
saluditos =)
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