Transitaba Londres con nostalgia, creía en la magia de los pájaros al bailar y en una energía extraña que no se llamaba Dios. Cada paso hacía eco en su alma, como si interiormente no tendría más que órganos tiesos y venas exhaustas de sangre caliente.
Las nubes ensayaban un monólogo contra la superficie y ella aún no comprendía el inglés, ni la vida. Un puñado de almas destrozadas la rodeaba. Londres es una bonita ciudad para sacar a pasear el dolor.
Las nubes ensayaban un monólogo contra la superficie y ella aún no comprendía el inglés, ni la vida. Un puñado de almas destrozadas la rodeaba. Londres es una bonita ciudad para sacar a pasear el dolor.