Viajamos juntos en el tren de vagones gastados.
No teníamos, como el común de la gente, nuestro destino planeado. Tampoco pensábamos en detalle lo que hacíamos, tal vez aquello fue la causa principal para encontrarnos tan similares. Subíamos y bajábamos incansablemente. Teníamos apenas para el boleto y un bocado. Sin embargo no nos hartábamos de sonreír.
Éramos simplemente conscientes de que esta vida es irrepetible y cambiar nuestro rostro nos convertía en seres desagradecidos, incapaces de apreciar la hermosura de los paisajes que colmaban aquellas ventanas roñosas.
Especulaban, pero no, no estábamos repletos de incertidumbre.
Nuestra mente se encontraba tan clara como el cielo frente al mar, simplemente poseíamos distintos privilegios.
Algunos disfrutaban de calificarnos como locos e inconscientes, otros sonreían al vernos y liberaban un ‘pobre gente’ que los cargaba de afecto propio.
Nosotros afortunadamente no necesitábamos sus calificativos ni su lástima, nos sentíamos tranquilos y cómodos con nuestras ideas.
La discrepancia radicaba sólidamente en la capacidad de ver más allá de lo que realmente ellos acostumbraban a mirar.
No teníamos, como el común de la gente, nuestro destino planeado. Tampoco pensábamos en detalle lo que hacíamos, tal vez aquello fue la causa principal para encontrarnos tan similares. Subíamos y bajábamos incansablemente. Teníamos apenas para el boleto y un bocado. Sin embargo no nos hartábamos de sonreír.
Éramos simplemente conscientes de que esta vida es irrepetible y cambiar nuestro rostro nos convertía en seres desagradecidos, incapaces de apreciar la hermosura de los paisajes que colmaban aquellas ventanas roñosas.
Especulaban, pero no, no estábamos repletos de incertidumbre.
Nuestra mente se encontraba tan clara como el cielo frente al mar, simplemente poseíamos distintos privilegios.
Algunos disfrutaban de calificarnos como locos e inconscientes, otros sonreían al vernos y liberaban un ‘pobre gente’ que los cargaba de afecto propio.
Nosotros afortunadamente no necesitábamos sus calificativos ni su lástima, nos sentíamos tranquilos y cómodos con nuestras ideas.
La discrepancia radicaba sólidamente en la capacidad de ver más allá de lo que realmente ellos acostumbraban a mirar.
15 comentarios:
Agostina...llegué a tu blog a través del amigo Rama..y me gustó mucho lo que vi.
Te agrego a mi blogroll.
Saludos...
Sé que probablemente nada tenga que ver con lo que escribiste pero me recordaste a una mini-historia que leí alguna vez en un libro en la cual dos personas se encontraban de entre miles de caras en un subte de Londres y se enamoraban perdidamente...
Que lindo escribís dios!
Es muy lindo lo que escribiste agos, me gustaria poder expresarte un poco mas mi opinion sobre el pero hoy me siento nublada, y creo que no puedo ver claramente las cosas. Nos vemos linda, segui haciendo esos escritos que dan placer al solo leerlos.
La monotonía del viaje en el trasporte x, hace que no levantes la mirada más allá del marco superior de la ventanilla y si te pasas del destino, que importa, encontrar a alguien a la vuelta que se le paso también es reconfortante, total el inspector en algún momento va a subir!.
PD: transporte x por que no tengo tren y no te preocupes por no entenderlo, por lo general a mi también me pasa lo mismo, pocas veces sé lo que quiero decir o escribir!.
Saludos.
Discrepo. No subestimes el fragor inmenso y el enorme poder de la contemplación. Miles de hojas verdes avalan dicho criterio.
Saludos
Todos deberiamos llevar el bolsillo interno del abrigo un prisma como el de los protagonistas. Cuando las sensaciones de un relato te resultan familiares, es seguro volver a pasar.
Buena vida!
I'm a newcomer yeah.
Bello blog.
Y el escrito... (L) me recuerda a Antes del amanecer.
A veces los ojos no nos muestran lo que vemos, sino tan solo lo que queremos ver. Nunca importa como te vea el mundo...me encanto descubrirte y leerte.
Un saludo
Humphrey
Nada importa, solamente el que tenés al lado. Totalmente. Un beso Agos
Hay que saber disfrutar de las pequeñas cosas cotidianas que nos da la vida, pero creo que hay muy pocas personas que lo hacen, y esas personas son las que saben que pronto la vida se les va a acabar, o como vos bien relataste en esta entrada, la gente que tiene tan solo para un boleto de tre y un bocado.
Vamos tan apurados que no disfrutamos nada, nos preocupamos por cosas que no tendriamos que hacerlo, la vida es hoy, mañana tal vez te atropella un auto y no contas mas el cuento ¿Quien nos apura? ¿De que corremos? la vida esta aca. Suerte agos, como siempre hermosos tus escritos.
Lo que para algunos son pavadas para otros son pequeños placeres cotidianos, que lindo lo que escribis! besos
Esta niña big teaser es sabia; lo mejor y lo peor del viaje siempre es la compañía.
El destino no importará tanto mientras se pueda dirigir la vista hacia esos horizontes donde la mirada no encuentra destino.
Un beso, Agostina
Agostina(s):
Como suele suceder, uno llega a estas hojas que han sido vírgenes un poco saltando, curioseando.
Se nota que las palabras te son amables. Y por eso es muy placetero leerte.
Seguí cuidándolas así, porque sólo ese corazón sabe lo que ellas valen.
Saludos
LolA
la capacidad de mirar más allá de lo que realmente ellos acostumbraban a ver.
quienes la tengan,
ojala la aprovechen bien.
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