Los sueños despavoridos corriendo por las venas de un alma que a veces pierde la esperanza. Las letras revoloteando en la cabeza exhausta que no aprende a dormir. La esencia, las entrañas arañadas. El reloj, la vida, este otoño. Todo eso y más también. Un pasado egoísta que sacude cada tanto una historia que pudo ser inmensa y hoy se redujo a un cigarrillo tras otro, que se consume tu respiración. La más cercana distancia. Las ganas, las ganas de, como dice Joaquín. La obsesión de escribir mil verdades suspendidas entre los huesos. El polvo de los libros y las páginas amarillas. Las rosas secas, también. Esa maldita imposibilidad que se transforma de a ratos en una gran frustración. Y de nuevo la vida, junto a la insoportable necesidad de mirarte a los ojos y entonces gritarte todas esas cosas que ya sabés y no puedo decirte.
(...) y quizá se había acercado por curiosidad a una de mis extrañas ventanas y había entrevisto el espectáculo de mi insalvable soledad, o le había intrigado el lenguaje mudo, la clave de mi cuadro. Y entonces, mientras yo avanzaba siempre por mi pasadizo, ella vivía afuera su vida normal, la vida agitada que llevan esas gentes que viven afuera, esa vida curiosa y absurda en que hay bailes y fiestas y alegría y frivolidad.
miércoles, 31 de marzo de 2010
Impulso barato.
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3 comentarios:
No puedo creer, porque no te veo escribiendo, pero creo que la lapicera te dicta o quién te dicta? Es increible pero ese escrito me llega hasta la médula. Y me deja como estoy sentado, pero sin poder incorporarme. Es increible y magnífico ese relato.
Si bien es lindo, siempre encuentro dejos de tristeza... me pregunto cuándo leeré alegría entre líneas.
Me encanta como escribes y como te expresas :)
saludos!
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