(...) y quizá se había acercado por curiosidad a una de mis extrañas ventanas y había entrevisto el espectáculo de mi insalvable soledad, o le había intrigado el lenguaje mudo, la clave de mi cuadro. Y entonces, mientras yo avanzaba siempre por mi pasadizo, ella vivía afuera su vida normal, la vida agitada que llevan esas gentes que viven afuera, esa vida curiosa y absurda en que hay bailes y fiestas y alegría y frivolidad.
domingo, 17 de enero de 2010
Recuerdo la historia de aquella locura…
lunes, 11 de enero de 2010
Me lo dijo tu mirada…
Hablamos de vez en cuando, a pesar de que hace un par de años nuestras cuerdas vocales dejaron de acariciarse, no sé por qué. Optamos por la magia de las pupilas a distancia, elegimos otro tipo de contacto, más profundo, quizás. No hay certezas en nuestros silencios, sólo miradas que gritan, que aniquilan, que me arañan el alma.
Todo es descontrol cuando es sábado y está de noche, cuando nos dejamos llevar por movimientos esporádicos e intentamos evadir la tristeza. Y ahí estamos nosotros, necios adolescentes del montón, mirándonos de casualidad, entre la gente. No hay palabras, no hay sonrisas, sólo la oscuridad de un pasado que entre esquinas y ternuras, parecía querer que vayamos de la mano.
Conmigo no necesitás palabras, tampoco aparentar, lo sé, estás triste, puedo sentirlo, porque la vida fue injusta con vos, me lo contaste aquella madrugada cuando me pedías que me mantenga lejos y, al mismo tiempo, que vaya a rescatarte.
Tranquilo, te dije, ya no soy aquella, ya crecí bastante, ya asumí, ya entendí, no me voy a acercar, sólo si me prometés que vas a volver a sonreír.
Nunca pretendí más que verte feliz, mi amor, aunque te extrañe horrores.