Estoy perdida, me busco todo el tiempo. No soporto no encontrar las piezas correctas para reintegrarme. Aunque el tiempo sea demasiado lento, voy a regresar. Me quitaré, algún día, la venda para volver a brillar. Las heridas que me ocasionan las certezas sangran a menudo. Me despierto con el miedo inquieto de un nuevo día sin color y sin pasiones, con mi extraña manera de extrañarte, con los parpados cansados y empapados de tristeza. Pero me despabilo, estoy viva, a veces, estiro los brazos e intento volar. Y luego de levantarme golpeada de las caídas de los diecisiete, busco aliviar este ardor con palabras, letras que silenciosamente gritan un sentimiento.
(...) y quizá se había acercado por curiosidad a una de mis extrañas ventanas y había entrevisto el espectáculo de mi insalvable soledad, o le había intrigado el lenguaje mudo, la clave de mi cuadro. Y entonces, mientras yo avanzaba siempre por mi pasadizo, ella vivía afuera su vida normal, la vida agitada que llevan esas gentes que viven afuera, esa vida curiosa y absurda en que hay bailes y fiestas y alegría y frivolidad.
lunes, 23 de noviembre de 2009
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