Resonaba levemente entre aquellas paredes engreídas un tango de época, lleno de reflexión. Los pasos se encargaban de gastar aún más el embaldosado del lugar. Inundaba también un fuerte olor a perfume barato mezclado con el acre aroma del tabaco. El clima era silencioso, de sobras distendido y aplicando un mirada fugaz se podía deducir enseguida que sus colores no son más que la gran variedad de oscuros matizados por un rojo incandescente.
Los más fieles compañeros del ambiente eran, sin dudas, el cigarrillo y el tequila. Su gente, llevaba en general el mismo estilo, eran grandes soñadores con pasos que imploran a gritos cambios jamás resueltos y una visión distinta de la realidad. Entre ellos se encontraba Magdalena, cargada de sueños y delirios que diariamente intentaba concretar. Ella amaba el tango tanto como a la relación carnal que profesaba con su compañero de pasos y figuras, Joaquín.
Bailaba, como cualquier acción que esconde una pasión, magníficamente. Su vestido negro y sus zapatos de tacón cercenados por un lazo rojo sangre conformaban indudablemente un cóctel perfecto.
Sin embargo, el talento y la tranquilidad que habitaba en aquel salón arcaico eran destruidos por la mente de Magdalena que no se atrevía a abandonar, ni siquiera por amor propio, la obsesión creada por Amadeo, un hombre que desde jovencito se adueño de su alma.
La torturaba la idea de recordarlo, aún sabiendo que, cuando llegaba la noche, no le faltaba compañero al otro lado de la cama.
Era maduramente consciente de que las emociones que le provocaban aquellos hombres eran distintas, distintas sonrisas las que le robaban, distintos amores los que la atormentaban y por supuesto futuros completamente diferentes.
Por un lado, Joaquín, piel, cama, adrenalina, cuerpos entrelazados, sexo, tacto, magia, un lindo amanecer y una tarde en soledad.
Por el otro, momentos imborrables, sonrisas sinceras, revolución interior, brillo en los ojos, Amadeo, el amor que marco su vida y jamás ganaría un lugar en el olvido.
Los suaves pasos de Magdalena gritaban basta a los recuerdos, pedían desesperadamente un abrazo de Amadeo o una cama a donde ir con Joaquín.
Aquella noche, presa de la melancolía, no hizo más que beber ilimitadamente su querido tequila intentando olvidar.
Joaquín aprovecho la situación y acabaron donde todos imaginan.
Luego de una noche agitada y una resaca intolerable, decidió ponerle fin a la confusión insoportable que le envenenaba la paz que el tango felizmente le suministraba.
Prefirió, por el natural masoquismo humano, lo prohibido. Entonces encendió firmemente un cigarrillo con sus manos estremecidas por la mala pasada que le jugaban los nervios y caminó con una seguridad indestructible en busca de aquel abrazo que soñó durante tantísimos años cada instante que movía sus piernas al son de ‘fuimos’ de la mano de aquel que le prometía un refugio.
Los más fieles compañeros del ambiente eran, sin dudas, el cigarrillo y el tequila. Su gente, llevaba en general el mismo estilo, eran grandes soñadores con pasos que imploran a gritos cambios jamás resueltos y una visión distinta de la realidad. Entre ellos se encontraba Magdalena, cargada de sueños y delirios que diariamente intentaba concretar. Ella amaba el tango tanto como a la relación carnal que profesaba con su compañero de pasos y figuras, Joaquín.
Bailaba, como cualquier acción que esconde una pasión, magníficamente. Su vestido negro y sus zapatos de tacón cercenados por un lazo rojo sangre conformaban indudablemente un cóctel perfecto.
Sin embargo, el talento y la tranquilidad que habitaba en aquel salón arcaico eran destruidos por la mente de Magdalena que no se atrevía a abandonar, ni siquiera por amor propio, la obsesión creada por Amadeo, un hombre que desde jovencito se adueño de su alma.
La torturaba la idea de recordarlo, aún sabiendo que, cuando llegaba la noche, no le faltaba compañero al otro lado de la cama.
Era maduramente consciente de que las emociones que le provocaban aquellos hombres eran distintas, distintas sonrisas las que le robaban, distintos amores los que la atormentaban y por supuesto futuros completamente diferentes.
Por un lado, Joaquín, piel, cama, adrenalina, cuerpos entrelazados, sexo, tacto, magia, un lindo amanecer y una tarde en soledad.
Por el otro, momentos imborrables, sonrisas sinceras, revolución interior, brillo en los ojos, Amadeo, el amor que marco su vida y jamás ganaría un lugar en el olvido.
Los suaves pasos de Magdalena gritaban basta a los recuerdos, pedían desesperadamente un abrazo de Amadeo o una cama a donde ir con Joaquín.
Aquella noche, presa de la melancolía, no hizo más que beber ilimitadamente su querido tequila intentando olvidar.
Joaquín aprovecho la situación y acabaron donde todos imaginan.
Luego de una noche agitada y una resaca intolerable, decidió ponerle fin a la confusión insoportable que le envenenaba la paz que el tango felizmente le suministraba.
Prefirió, por el natural masoquismo humano, lo prohibido. Entonces encendió firmemente un cigarrillo con sus manos estremecidas por la mala pasada que le jugaban los nervios y caminó con una seguridad indestructible en busca de aquel abrazo que soñó durante tantísimos años cada instante que movía sus piernas al son de ‘fuimos’ de la mano de aquel que le prometía un refugio.
11 comentarios:
Te quiero mucho ♥ , y amo cada cosa que escribís acá.
Que lindo escribís.
"eran grandes soñadores con pasos que imploran a gritos cambios jamás resueltos y una visión distinta de la realidad."
BASTA DE RECUERDOS.
Cada día mejor, mucho mejor...
Me costo entender con quien se fue, pero en el fondo lo sé, porque esa mujer tambien es yo.
me encanta lo que escribís Agostina,
directo a mis links che
un beso :)
Amiga, sinceramente y no te miento.. Me encanto.. Te salio hermoso, como en todos los demas escritos.. La vd, tenes mucha pasta y muchas ganas.. Segui asi amiga.. Te adoro muchisimo nena.. Graciias por dejarme compartir esta amistad de años.. Un beso enorme.. Y a empezar la rutina.. :S
La verdad que muy linda tu manera de escribir, me atrapobastante la historia. Lo que es capaz de hacer una mujer. Me senti idenficada en la parte que toma tequila para olvidarse de su amor... Me encanto esta parte: Por un lado, Joaquín, piel, cama, adrenalina, cuerpos entrelazados, sexo, tacto, magia, un lindo amanecer y una tarde en soledad.
Seguiré pasando para conocer uno mas de tus textos, relatos, comentarios, etc. Un besito:)
QUE HERMOSA SOS..
queridísima Agostina:
Es el placer para mi entablar este vínculo inexplicable, injustificado.. de beso de estación y viento de suave encuentro prófugo. Te digo gracias por esconderte en mi habitación, la luz está apagada pero hay velas en el cajon de los poemas.
Tenés fuego?
Bueno Agos, te debe ser raro que yo ande por aca, y no soy de escribir grandes cosas, pero
Paso a decirtee que me encantaron cada uno de los textos, la verdad esto es lo tuyo sin duda, cada uno te atrapa y te hace leerlo hasta el final, y mira que pocas cosas me atrapan. Te deseo lo mejor con todo esto, segui adelante ! Te quiero mucho .
Agos, no te conosco mucho pero hay siertas veces que puedo llegar a conocerte a travez de las cosas que escribis, y la verdad que escribis fantastico. Ya te dije que me encanta tu blog, y segui asi, expresando lo que sentis por uno de los medios mas lindos, la escritura.
Pobre Magdalena, prisionera de sueños, nostalgias y recuerdos... Y solo el tango para despegar los pies del suelo.
Un hermoso y plástico relato, Agostina.
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