viernes, 27 de febrero de 2009

Tenía ganas de no tener ganas.

Tenía ganas de romper mis esquemas. Tenía ganas de escribir, pero esta vez algo más prudente, con un toque de realidad. Quizás sobre los flagelos del mundo, aquellos que me informan los medios de comunicación a diario y los que inevitablemente me cargan de impotencia. Tenía ganas de poder dar una respuesta, una correcta explicación a que el mundo se este arruinando lentamente. Tenía ganas de sentir que aún estamos a tiempo. Tenía ganas de buscar una solución. Tenía ganas de encontrarla. Tenía ganas de soñar menos y aceptar más.
Tenía ganas de que mis neuronas no sean tan jodidas. Tenía ganas de que me den un asomo de talento o seguridad. Tenía ganas de escribir, de una vez por todas, algo interesante.
Tenía ganas de que este texto sea un hecho y no un torpe anhelo.
Tenía ganas de no sentirme inútil, ni tan poca cosa.
Tenía ganas de saber rogarle a la vida que sea más justa. Tenía ganas de creer que me escucharía.

viernes, 20 de febrero de 2009

Viernes, 20 de febrero.

Como te dije, los días se consumen uno tras otro, insulsos. Quiero algo distinto, ese algo capaz de destruir tanta cotidianeidad.’
Textuales palabras que le envié en un mensaje a mi cable a tierra, e inmediatamente, no me pregunten por qué, supe que era el momento de escribir.
Hacía calor, mucho calor, Buenos Aires estaba en llamas. No se escuchaba más que el cantar de los pájaros afuera, y una melodía que me zumbaba adentro. Era una tarde que se hacía llamar silenciosa, insulsa como le dije a mi amiga.
Estaba derrotada en la cama, pensando y con Joaquín en mis oídos. El calor era demasiado como para tomarme un café, pero necesitaba escribir. No tenía fuerzas, ni ganas de levantarme, entonces decidí hacerlo en el móvil, ya que siempre lo tengo a mi lado, a dos segundos de las manos.
Miré por la ventana y me asombró ver una desolación semejante. Pensé si la gente estaría tan cansada como yo, si padecería el mismo cansancio emocional, ese desgano imposible de llevar a cuestas, o sólo era la costumbre de la siesta. Supe que en realidad se trataba de esta segunda opción y sentí, una vez más, que el problema era yo, que estaba más loca de lo que pensaba.
Me asustó verme así de deteriorada. Me asustó a esta edad. Me asustó no tener ganas. Me asustó…
Era tan rara la sensación, que si continuaba describiéndola el celular iba a estallar y no podía quedarme incomunicada.
Ubiqué un punto entonces y me creí un tanto más aliviada.

martes, 17 de febrero de 2009

Juntas y solas. Madre e hija.

Nada más alentador que saber que contás incondicional y eternamente con otra persona, a cada paso. El amor que se tenían las impulsó a sobrevivir. Lucharon. Le dieron batalla al arduo camino que debían transitar. Se cayeron tantas veces hasta lograr levantarse, pero lo caminaron. Juntas, de la mano. Dándose fuerza una a la otra, con un simple abrazo, quizá, que disminuía el hambre y el frío.
Sentirlo en la carne, yacerlo en los huesos, sufrirlo en el alma…
Pero unidas, para siempre.

sábado, 14 de febrero de 2009

En el día de la fecha.

Tendré que empezar a pensar que sos eterno. Como el correr del río o el romper de las olas cuando el agua es salada.
En realidad, éste sentimiento, más bien, es la mezcla de ambas corrientes, como si estuviera sumergida en el lugar de la unión.
Algunas veces, es tan sereno como la dulzura del río y logra pasar desapercibido. Otras, en cambio, se transforman en una marea furiosa, que sacude. Como hoy, hoy me sacudiste nuevamente.

martes, 10 de febrero de 2009

A una víctima más…

No permitas vivir cautiva en esa magia berreta que venden los cobardes, no permitas que te manejen a su antojo, ni compres la historia de la vida color rosa.
No permitas que un boludo te empuje hacia el abismo, no porque no vallas a tener mi mano para levantarte, sino porque sencillamente no te merecés caer.
Sé fuerte, demostrale a ese idiota que no tuvo el peso en tu vida que hay que tener para que ese par de ojos celeste detengan su incandescencia.
Hacete valer, ningún hombre es tan importante como para perder el respeto por uno mismo.
No lo permitas. Amiga, hermana, aunque te duela, no lo permitas.

lunes, 9 de febrero de 2009

Desmayo.

Fue un momento de esos que parecen eternos.
No sentía el correr del oxígeno por mi cuerpo, ni la claridad de los sonidos.
Se trataba de un mareo existencial que codificó varias escenas en un sólo instante.

martes, 3 de febrero de 2009

Esa dulce confusión.

Estábamos ya por el octavo mate cuando a Lorenzo se le ocurrió preguntar por nuestro futuro. Yo, haciéndome la desentendida, contesté que era demasiado incierto, que será siempre esa vaga incertidumbre con la que cargaremos de por vida. Pero claro, Lorenzo se refería a otra cosa, a nuestra relación. ‘No gorda, te hablo de nosotros’ me dijo y fue inevitable quedarme atónita. Lo cierto es que estuve evitando ese tema todo el fin de semana, ‘¿Nosotros?’ agregué con la poca voz que me surgía y buscaba sutilmente una puerta para salir corriendo. Luego intenté tranquilizarme, me dije a mi misma que debía ser más sensata y elaborar una respuesta, un titulo, un mañana a lo que éramos Lorenzo y yo. El problema era que nunca había entendido realmente ese ‘nosotros’, pero me gustaba y tampoco quería entenderlo. No pienses en mañana, rematé. Aún tenemos la noche por delante…